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La amenaza a la democracia occidental empieza en casa

MADRID – Cuatro días antes de la elección de 1924 en el Reino Unido, el Daily Mail publicó una carta presuntamente escrita por el presidente de la Internacional Comunista, Grigori Zinoviev, que llamaba a los comunistas británicos a movilizar “fuerzas simpatizantes” en el Partido Laborista para apoyar un pacto anglosoviético y alentar la “agitación y propaganda” en las fuerzas armadas. Más tarde se descubrió que era falsa (un fraude creado por rusos blancos antibolcheviques o tal vez por el servicio secreto británico), pero para entonces, ya había causado la derrota del primer gobierno laborista del RU.

Las campañas de desinformación actuales de Rusia, parte de la guerra híbrida del Kremlin contra las democracias occidentales, parecen tener mucho en común con la tristemente célebre carta de Zinoviev. Pero ¿son realmente comparables? ¿Serían hoy las democracias occidentales diferentes sin los subterfugios rusos?

Según Gérard Araud, embajador de Francia ante los Estados Unidos, hay que poner coto a las interferencias y manipulaciones rusas en las elecciones, o plantearán una “amenaza existencial” a las democracias occidentales. Esto equivale a decir que el autócrata de un país empobrecido con una economía menor a la de Brasil dependiente del petróleo sería capaz de derribar las principales democracias del mundo.

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