skidelsky_Chip SomodevillaGetty Images_queenfuneral Chip Somodevilla/Getty Images

Réquiem para un imperio

LONDRES – Entre los muchos y muy merecidos tributos a la Reina Isabel II, un aspecto de su reinado de 70 años quedó de trasfondo: su papel de monarca de 15 reinos, incluidos Australia, Nueva Zelanda y Canadá. También encabezaba la Commonwealth, un grupo de 56 países, principalmente repúblicas.

Esta comunidad de estados independientes, casi todos ellos ex territorios del Imperio Británico, ha sido crucial para conservar una “conexión británica” en el mundo de la era pos imperial. Si este vínculo es meramente una reminiscencia histórica, si representa algo sustancial en los asuntos internacionales y si (y por cuánto tiempo) podrá sobrevivir al deceso de la Reina, se han vuelto cuestiones de gran interés, especialmente a la luz de la salida de Gran Bretaña de la Unión Europea.

En la Pax Britannica del siglo diecinueve, Gran Bretaña ejercía un poder global por sí sola. El sol nunca se ponía en el Imperio Británico: la armada inglesa dominaba los mares, las finanzas británicas regían los mercados mundiales e Inglaterra mantenía el equilibrio de poder en el continente europeo. Esta era de “espléndido aislamiento” -en todo caso, nunca tan espléndido como solían sugerir los libros de texto- acabó en la Primera Guerra Mundial, que afectó seriamente el estatus de Gran Bretaña como potencia mundial y, en consecuencia, fortaleció a otros candidatos a ese rol.

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