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Las barreras comerciales no detendrán el ascenso de China

LONDRES – Existe gran inquietud por que el proteccionismo del Presidente estadounidense Donald Trump erosione los beneficios de largo plazo del comercio global. También están las esperanzas, principalmente entre los partidarios de Trump (incluidas varias compañías estadounidenses) de que con medidas duras se pueda evitar que China se convierta en el par tecnológico de Estados Unidos. Sin embargo, puede que sean exagerados los temores al impacto del menor comercio global, mientras que la esperanza de mantener a raya a China no tiene posibilidad alguna de hacerse realidad.

El comercio ocurre por tres razones. Para comenzar, los países cuentan con diferentes recursos nativos: algunos producen petróleo y otros, cobre; algunos cultivan bananas, otros trigo. Si se detuviera ese comercio, la prosperidad global se vería afectada. Pero el intercambio de productos básicos y bienes agrícolas representa una parte menor del total comerciado, y sin dudas seguirá siendo así.

El comercio refleja además diferencias en los costos de producción. Los países con menores costos producen bienes manufacturados con uso intensivo de mano de obra, utilizando maquinaria importada desde países con alto costo de mano de obra. Como han demostrado economistas tales como David Autor, del MIT, el efecto de esto en los países desarrollados puede ser perjudicial para algunos trabajadores y bueno para las utilidades de las compañías. Y puede ser extremadamente beneficioso para cualquier país en desarrollo que fomente un equilibrio fértil entre inversión interna y emprendimiento local y use los beneficios de un crecimiento impulsado por las exportaciones para invertir en infraestructura y formación. El notable éxito económico de China habría sido imposible sin un comercio cuyo impulsor inicial fueron las diferencias de costo de la mano de obra.

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