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El problema de la Teoría Monetaria Moderna

NUEVA YORK – La Teoría Monetaria Moderna (TMM) ofrece una verdad a medias peligrosa que se ha vuelto particularmente seductora ahora que los gobiernos están desesperados por encontrar herramientas con las cuales poder mantener a flote a sus economías. Una declaración reciente de la defensora de la TMM Stephanie Kelton al Financial Times es un buen ejemplo. En referencia al actual gobierno conservador del Reino Unido, Kelton sostiene que “Van a tener déficits gigantescos. Y está bien”.

El problema es que, si bien esta aseveración es correcta por el momento, no necesariamente lo será en el futuro. Por cierto, deberíamos anticipar que el año posterior al fin del aislamiento por el COVID-19 podría ser el momento en que la TMM se caiga de bruces –empezando, tal vez, con una explosión inflacionaria en el Reino Unido-. Pero, aun si se evita ese desenlace especifico, los responsables de las políticas están coqueteando con el desastre si aceptan el principal mensaje de la TMM, que se puede parafrasear de la siguiente manera: “Déficit, al diablo. Sólo hay que impulsar el gasto público o recortar los impuestos, y luego monetizar el desequilibrio resultante”.

Sin duda, algunas partes de la TMM tienen sentido. La teoría ve al tesoro (o ministerio de finanzas) y al banco central como componentes de una única unidad llamada estado. El tesoro es el dueño benéfico del banco central (o, en otras palabras, el banco central es la ventana de liquidez del tesoro), lo que implica que la independencia del banco central es una ilusión, especialmente cuando se trata de sus operaciones fiscales y cuasi fiscales.

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