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Cómo el fracaso de los “mercados de prestigio” alimenta el populismo

CAMBRIDGE – Uno de los eslóganes del Sindicato de Trabajadores Administrativos de Harvard es “Con prestigio no se come”. En otras palabras, la universidad no debería pagar bajos salarios sólo porque es prestigioso trabajar allí.

Sin embargo, si bien el prestigio puede no dar de comer, es un sustento. De hecho, la lógica detrás del prestigio, y su relación con la tecnología y la identidad de la gente, puede estar íntimamente relacionada con el ascenso del populismo y con los peligros de las políticas populistas.

El prestigio está en nuestros genes. Según el antropólogo biológico Joseph Henrich, evolucionó porque somos una especie cultural, en el sentido de que nuestra supervivencia individual depende de adquirir el conocimiento que reside en el cerebro colectivo. Lo adquirimos a través de la imitación, pero necesitamos decidir a quién imitar. Numerosos estudios científicos han demostrado que tendemos a imitar a gente a la que consideramos prestigiosa, un sentido que se desarrolla muy temprano en la niñez.

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