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Otra quiebra bancaria previsible

NUEVA YORK – La corrida por los depósitos del Silicon Valley Bank (SVB) -del cual depende casi la mitad de todas las startups tecnológicas respaldadas por capital de riesgo en Estados Unidos- es, en parte, la repetición de una historia familiar, pero es mucho más que eso. Una vez más, la política económica y la regulación financiera han demostrado ser inadecuadas.

La noticia sobre la segunda quiebra bancaria más importante en la historia de Estados Unidos se produjo a pocos días de que el presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, le asegurara al Congreso que la condición financiera de los bancos de Estados Unidos era sólida. Pero el timing no debería sorprender. Dados los incrementos importantes y acelerados de las tasas de interés que pergeñó Powell -probablemente, los más significativos desde las alzas de las tasas de interés del expresidente de la Fed Paul Volcker hace 40 años-, era previsible que los movimientos drásticos de los precios de los activos financieros iban a generar problemas en alguna parte del sistema financiero.

Sin embargo, una vez más, Powell nos aseguró que no teníamos que preocuparnos -a pesar de la abundante experiencia histórica que indica que sí deberíamos preocuparnos-. Powell formó parte del equipo regulatorio del expresidente Donald Trump que trabajó para debilitar las regulaciones bancarias de Dodd-Frank implementadas después de la crisis financiera de 2008, para liberar a los bancos “más pequeños” de los estándares aplicados a los bancos más grandes y sistémicamente importantes. Para los estándares de Citibank, SVP es pequeño. Pero no es pequeño en la vida de millones de personas que dependen de él.

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