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Por qué todos los países deben contribuir a poner fin a la pobreza mundial

LONDRES – Ya se han gastado millones de millones de dólares en la respuesta mundial a la pandemia COVID-19, y nadie sabe a cuánto ascenderá la factura final. ¿Es posible responder a una crisis mucho más prolongada – la crisis de la pobreza mundial – con por lo menos una fracción de dichos recursos?

Los países más ricos están actualmente comprometidos a gastar el 0,7% de su ingreso nacional bruto (INB) en ayuda internacional para el desarrollo. Este objetivo fue establecido por la Comisión Pearson en el año 1969, y fue aprobado mediante una resolución de la Asamblea General de las Naciones Unidas un año después. Los países llegaron a este acuerdo hace medio siglo en un mundo en el que la pobreza mundial se encontraba en niveles muy altos. En dicho momento, el mundo se percibía, justificadamente, en términos binarios: el norte era rico y el sur era pobre.

Mucho ha cambiado en los 50 años que transcurrieron desde aquel entonces. Algunos países han alcanzado el objetivo del 0,7%, pero muchos otros aún no lo han hecho. Varios países en desarrollo experimentaron un rápido crecimiento económico en la década de 2000, no sólo China e India, sino también algunos países africanos. Si bien todos los avances están actualmente en peligro, antes de la pandemia el mundo, por lo menos, había ingresado en una nueva era, con menos países clasificados como países de bajos ingresos. Al mismo tiempo, las mayores aspiraciones mundiales, establecidas en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de las Naciones Unidas, comprometieron a los países a poner fin a la pobreza en todas sus formas hasta el año 2030.

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