A man begs for money Jewel Samad/Getty Images

La pobreza también es un problema psicológico

BRIGHTON – Ser pobre es una experiencia sumamente vergonzosa que degrada la dignidad y la sensación de autoestima de la persona. Mientras que las manifestaciones y las causas de la pobreza difieren, la humillación que la acompaña es universal. Una investigación reciente realizada en la Universidad de Oxford determinó que desde China hasta el Reino Unido, las personas que enfrentan una penuria económica -inclusive los niños- experimentan un ataque casi idéntico contra su orgullo y autoestima.

Sin embargo, a pesar de la clara evidencia que asocia la pobreza con la angustia psicológica, las políticas que se ocupan de la pobreza por lo general no toman en cuenta la vergüenza. Más bien, los esfuerzos por reducir la pobreza tienden a centrarse en las manifestaciones tangibles de la privación como la falta de ingresos o de educación. En consecuencia, las soluciones para la pobreza suelen asumir implícitamente que una mayor riqueza material o mejores condiciones de vida automáticamente se traducirán en beneficios no tangibles, entre ellos un mejor bienestar mental.

Esta falta de atención al lado "psicosocial" de la pobreza -la interacción entre las fuerzas sociales y la actitud o el comportamiento individual- es un error. Si queremos aliviar el sufrimiento humano y alcanzar el principal Objetivo de Desarrollo Sustentable de las Naciones Unidas, el de terminar con la pobreza "en todas sus formas" para 2030, encarar los roles intrínsecos e instrumentales que juega la vergüenza en la pobreza debe ser un punto central y prioritario en nuestros esfuerzos.

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