Libre comercio post-soviético

Desde el colapso de la Unión Soviética, los Estados independientes que surgieron de sus ruinas han estado tratando de organizar sus relaciones comerciales. Pero el flujo de bienes entre esos países sigue contrayéndose más de lo que debería. Lo que se necesita es un comercio libre.

Los doce miembros de la Comunidad de Estados Independientes (CEI) llegaron a un acuerdo sobre una zona de libre comercio en 1994, pero no funciona. Cada vez que alguno de los miembros exporta con éxito hacia algún otro, el importador pronto impone cuotas o tarifas prohibitivas, obstaculizando el desarrollo económico.

La solución sencilla es un mecanismo para la solución de controversias. La Organización Mundial de Comercio (OMC) cuenta con un tribunal de arbitraje que funciona bien y que aplica castigos aceptados que se podrían utilizar, pero sólo cuatro de los países de la CEI (Kirguistán, Georgia, Moldova y Armenia) se han adherido a la OMC. Las economías más grandes de la Comunidad (Rusia, Ucrania y Kazakstán) deberían apresurarse para ingresar también. Lamentablemente, en lugar de aplicar mecanismos que ya han sido puestos a prueba, varios países de la CEI inventan esquemas cada vez más complejos, como la Unión Aduanera entre cinco Estados, cuyo nombre cambió a Comunidad Económica Euroasiática el año pasado, cuando su fracaso se hizo evidente.

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