LONDRES – Apuesto un dólar contra un centavo a que la visita del Papa Francisco a los Estados Unidos en el presente mes de septiembre será una de las mayores noticias de 2015. Tomemos el gran número de católicos americanos, añadamos la habilidad diplomática de los funcionarios, vestidos de púrpura y escarlata, del Vaticano y después declaraciones potentes de Francisco sobre una diversidad de asuntos –con las que a menudo se granjea la antipatía de la derecha americana– y tendremos todos los ingredientes de un acontecimiento colosal.
Comencemos con los diplomáticos. Los funcionarios del Vaticano reciben la parte de críticas que les corresponden, entre otras las del propio Francisco, pero de sus filas forman parte unos inteligentes funcionarios de alto nivel, encabezados por el asesor principal del Papa, el cardenal Pietro Parolin, que tienen la experiencia de trabajar en silencio en pro de la paz y la justicia social en algunas de las partes más peligrosas del mundo.
Cuando semejante diplomacia brillante se pone al servicio de un Papa atrayente e influyente, por no hablar de los 1.200 millones de católicos del mundo entero, el resultado es un motor para hacer el bien que es más formidable que nada de lo que el mundo ha visto en algún tiempo.
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At the end of European Communism, there was a widespread, euphoric hope that freedom and democracy would bring a better life; eventually, though, many lost that hope. The problem, under both Communism and the new liberal dispensation, was that those pursuing grand social projects had embraced ideology instead of philosophy.
considers what an Albanian Marxist philosopher can tell us about liberty in today's world.
For the US, Slovakia's general election may produce another unreliable allied government. But instead of turning a blind eye to such allies, as President Joe Biden has been doing with Poland, or confronting them with an uncompromising stance, the US should spearhead efforts to help mend flawed democracies.
reflect on the outcome of Slovakia's general election in the run-up to Poland's decisive vote.
LONDRES – Apuesto un dólar contra un centavo a que la visita del Papa Francisco a los Estados Unidos en el presente mes de septiembre será una de las mayores noticias de 2015. Tomemos el gran número de católicos americanos, añadamos la habilidad diplomática de los funcionarios, vestidos de púrpura y escarlata, del Vaticano y después declaraciones potentes de Francisco sobre una diversidad de asuntos –con las que a menudo se granjea la antipatía de la derecha americana– y tendremos todos los ingredientes de un acontecimiento colosal.
Comencemos con los diplomáticos. Los funcionarios del Vaticano reciben la parte de críticas que les corresponden, entre otras las del propio Francisco, pero de sus filas forman parte unos inteligentes funcionarios de alto nivel, encabezados por el asesor principal del Papa, el cardenal Pietro Parolin, que tienen la experiencia de trabajar en silencio en pro de la paz y la justicia social en algunas de las partes más peligrosas del mundo.
Cuando semejante diplomacia brillante se pone al servicio de un Papa atrayente e influyente, por no hablar de los 1.200 millones de católicos del mundo entero, el resultado es un motor para hacer el bien que es más formidable que nada de lo que el mundo ha visto en algún tiempo.
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