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Cuando la política doblega a la economía

NEW HAVEN – Con cada día que pasa, cada vez se torna más evidente que a la administración del presidente norteamericano, Donald Trump, le preocupa menos la economía y más el ejercicio agresivo del poder político. Ésa, obviamente, es una causa de enorme frustración para quienes practicamos el arte y la ciencia de la economía. Pero, a esta altura, el veredicto es obvio: Trump y su equipo siguen despreciando prácticamente todos los principios de la economía convencional. 

La política comercial es un ejemplo obvio y esencial. El presidente no muestra ningún aprecio por el vínculo de larga data entre los déficits comerciales y los desequilibrios macroeconómicos entre ahorro e inversión, y sigue obsesionado con las soluciones bilaterales para un problema multilateral -en efecto, responsabilizando a China por los déficits comerciales de Estados Unidos con 102 países-. De la misma manera, su reticencia a firmar el reciente comunicado del G-7 se basó en el argumento de que Estados Unidos es como una "alcancía de la que todos están robando" a través de prácticas comerciales injustas. Pero las alcancías están hechas para ahorrar y, en el primer trimestre de este año, la tasa neta de ahorro doméstico de Estados Unidos representó apenas el 1,5% del ingreso nacional. ¡No hay mucho para robar allí!

Lo mismo se puede decir de la política fiscal. Los recortes impositivos y los incrementos del gasto gubernamental de Trump que impulsan el déficit no tienen sentido para una economía que está cerca de un pico de su ciclo comercial y con una tasa de desempleo del 3,8%. Es más, el circuito de retroalimentación a través del canal de ahorro no hace más que exacerbar los propios problemas comerciales que Trump dice estar resolviendo. La Oficina de Presupuesto del Congreso proyecta que los déficits presupuestarios federales promediarán el 4,2% del PIB de ahora hasta 2023, con lo cual el ahorro doméstico sufrirá una mayor presión, alimentando una mayor demanda de ahorro excedente del exterior y hasta mayores déficits comerciales para llenar el vacío. Sin embargo, Trump ahora sube la apuesta con los aranceles -en efecto, mordiendo la misma mano que le da de comer a la economía de Estados Unidos.

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