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La policía estadounidense tiene que dejar de atacar a periodistas

WASHINGTON, DC – Que los periodistas salgan a las calles a cubrir las protestas más multitudinarias y extendidas que Estados Unidos haya experimentado en más de cincuenta años no tiene nada de sorprendente. Lo que sí sorprende es que se hayan encontrado con violencia y represalias por parte de la policía, sólo por hacer su trabajo.

Desde el inicio de las manifestaciones contra el racismo sistémico y la brutalidad policial que se extendieron por todo Estados Unidos después de la muerte de George Floyd, se han registrado más de 380 incidentes de violencia contra la prensa. Si bien algunos corresponden a periodistas que quedaron atrapados en medio de protestas violentas y disturbios, la enorme mayoría (alrededor del 80%) es atribuible a las fuerzas del orden (según un registro de incidentes contra la libertad de prensa en Estados Unidos).

Estas violaciones flagrantes de la libertad de prensa han sido tan generalizadas como las protestas mismas: hay denuncias procedentes de 61 localidades en 33 estados. Los policías responsables de estos ataques no respetan la ley ni defienden la Constitución de los Estados Unidos. Periodistas que se identificaron claramente, que presentaron credenciales de prensa y que llevaban consigo equipo profesional han sido objeto de actos de violencia, arrestos y disparos. Determinar la extensión de estos ataques selectivos será esencial para resolver el problema más general de la impunidad policial.

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