Los drones, dilema de Estados Unidos

PRINCETON – El mes pasado, Faisal bin Ali Jaber viajó de Yemen a Washington, DC, para preguntar por qué un avión no tripulado estadounidense bombardeó y mató a su cuñado, un clérigo que se había pronunciado en contra de Al Qaeda. En el ataque también murió el sobrino de Jaber, un policía que había ido al lugar a dar protección a su tío.

Congresistas y funcionarios del gobierno recibieron a Jaber y expresaron sus condolencias, pero no dieron explicaciones. Estados Unidos tampoco admitió el error cometido.

Pero una semana después, el general Joseph F. Dunford, Jr., comandante de las fuerzas estadounidenses y de la OTAN en Afganistán, pidió disculpas por un ataque teledirigido en la provincia afgana de Helmand, en el que murió un niño y dos mujeres sufrieron graves heridas. El incidente fue particularmente inoportuno, ya que coincidió con el intento de lograr un acuerdo para mantener en Afganistán un despliegue reducido de tropas estadounidenses después del plazo previsto para la partida de las fuerzas de combate extranjeras, en 2014. El presidente afgano Hamid Karzai mencionó las bajas civiles causadas por las fuerzas estadounidenses como un motivo para no firmar el acuerdo. En una declaración posterior al ataque, Karzai señaló: “Hace años que nuestra gente es asesinada y sus casas son destruidas con el pretexto de la guerra contra el terrorismo”.

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