http://prosyn.org/XLqcxtu/es;
New Comment
Email this piece to a friend
Contact us
Please select an option
- Secure publication rights
- Submit a commentary for publication
- Website help
- Careers
- Advertise with us
- Feedback/general inquiries
- Education Subscriptions
- Corporate Subscriptions
Please wait, fetching the form
Please wait, fetching the form
Please wait, fetching the form
Please wait, fetching the form
Please wait, fetching the form
Please wait, fetching the form
Please wait, fetching the form
MADRID – Kim Jong-il, el líder de Corea del Norte, murió en un tren en su país a las 8.30 de la mañana del viernes 17 de diciembre. Dos días más tarde las autoridades de Corea del Sur no conocían el hecho y el Departamento de Estado se limitaba a reconocer la existencia de algunos informes de prensa, haciéndose eco de su muerte.
Que los servicios de información no hubieran captado ninguna señal de lo ocurrido atestigua el carácter opaco del régimen, pero también un fallo de inteligencia por parte de Corea del sur y de EE.UU. Y es que a pesar de que aviones y satélites americanos vigilan el país día y noche y de que las antenas más sensibles cubren la frontera entre el norte y el sur de Corea, sabemos muy poco de ese país donde la información sensible se restringe a un pequeño grupo de dirigentes obsesionados con el secreto.
El cambio de líder tiene lugar cuando menos se deseaba que ocurriera. Es sabido que los lideres chinos esperaban que Kim Jong-il sobreviviera el tiempo necesario para consolidar el proceso de sucesión de su hijo Kim Jong-un entre las diferentes facciones que competirán por el poder.
We hope you're enjoying Project Syndicate.
To continue reading, subscribe now.
Subscribe
Get unlimited access to PS premium content, including in-depth commentaries, book reviews, exclusive interviews, On Point, the Big Picture, the PS Archive, and our annual year-ahead magazine.
Already have an account or want to create one? Log in