Nueva York – El Presidente George W. Bush consideró con razón las recientes elecciones nacionales y provinciales del Pakistán “una victoria para [su] pueblo”, pero, en el preciso momento en que pronunciaba esas palabras, su gobierno estaba actuando entre bastidores para subvertir la voluntad del pueblo del Pakistán al intentar dictar la composición de su próxima coalición de gobierno y apoyar al mayor perdedor de las elecciones, el Presidente Pervez Musharraf. Bush se está entregando a un juego peligroso, que entraña el riesgo de deteriorar el proceso político del Pakistán, en pro de su legado histórico.
Millones de pakistaníes lanzaron un mensaje claro en las urnas. Votaron colectivamente contra Musharraf y los extremistas religiosos y a favor de la democracia, el Estado de derecho y la gestión idónea de los asuntos públicos.
Ningún partido recibió una mayoría a escala de la nación, pero la oposición democrática y centrista obtuvo más del 70 por ciento de los escaños de la Asamblea Nacional. La facción del Partido Liga Musulmana (PML-Q) aliada con Musharraf ocupó el tercer puesto con sólo el 15 por ciento, pese a contar con la ayuda del fraude electoral. La mayoría de sus dirigentes principales fueron derrotados en sus circunscripciones… incluido uno que llevaba 26 años sin perder una elección. El PML-Q, creado en 1999 por los servicios de inteligencia del Pakistán, es una mercancía política inservible.
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Despite an increasingly challenging economic and geopolitical environment, the global economy performed better than expected over the past year. But although analysts’ projections for 2023 were too pessimistic, it appears that consensus forecasts for the coming year may have have swung too far in the opposite direction.
worries that domestic political divisions and market volatility could exacerbate financial vulnerabilities.
If COP28 is to be judged a success, the UAE, as the summit’s host, and other hydrocarbon producers should promise to dedicate some of the windfall oil and gas profits they earned last year to accelerating the green transition in the Global South. Doing so could encourage historic and current emitters to pay their fair share.
urges oil-exporting countries to kickstart a program of green investment in the Global South at COP28.
Nueva York – El Presidente George W. Bush consideró con razón las recientes elecciones nacionales y provinciales del Pakistán “una victoria para [su] pueblo”, pero, en el preciso momento en que pronunciaba esas palabras, su gobierno estaba actuando entre bastidores para subvertir la voluntad del pueblo del Pakistán al intentar dictar la composición de su próxima coalición de gobierno y apoyar al mayor perdedor de las elecciones, el Presidente Pervez Musharraf. Bush se está entregando a un juego peligroso, que entraña el riesgo de deteriorar el proceso político del Pakistán, en pro de su legado histórico.
Millones de pakistaníes lanzaron un mensaje claro en las urnas. Votaron colectivamente contra Musharraf y los extremistas religiosos y a favor de la democracia, el Estado de derecho y la gestión idónea de los asuntos públicos.
Ningún partido recibió una mayoría a escala de la nación, pero la oposición democrática y centrista obtuvo más del 70 por ciento de los escaños de la Asamblea Nacional. La facción del Partido Liga Musulmana (PML-Q) aliada con Musharraf ocupó el tercer puesto con sólo el 15 por ciento, pese a contar con la ayuda del fraude electoral. La mayoría de sus dirigentes principales fueron derrotados en sus circunscripciones… incluido uno que llevaba 26 años sin perder una elección. El PML-Q, creado en 1999 por los servicios de inteligencia del Pakistán, es una mercancía política inservible.
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