tharoor153_Veronique de ViguerieGetty Images_pakistantaliban Veronique de Viguerie/Getty Images

El monstruo talibán de Pakistán

NUEVA DELHI – Al difunto director de la poderosa Agencia de Inteligencia Inter-Servicios (ISI) de Pakistán, el teniente general Hamid Gul, le gustaba hacer alarde de que cuando se escribiera la historia de Afganistán, quedaría registrado que la ISI, con la ayuda de Estados Unidos, derrotó a la Unión Soviética. Y luego, agregaba disimuladamente, los historiadores dirían que la ISI, con la ayuda de Estados Unidos, derrotó a Estados Unidos.

El alarde de Gul no era el tipo de bravata vacía por las que se conoce a los militares cuando cuelgan el uniforme y recuerdan su pasado como algo más glorioso de lo que podrían garantizar los detalles. Tenía razón al decir que fue la táctica de la ISI de apadrinar a militantes y terroristas –ampliamente armados, provistos y financiados por Estados Unidos- contra el Ejército Rojo en Afganistán lo que obligó al Kremlin a retirarse de manera ignominiosa.

Posteriormente, utilizando la misma estrategia y en un principio gran parte del mismo personal y métodos, Pakistán creó y patrocinó un grupo muyaidín que se hacía llamar los talibán, o “estudiantes” del Islam, que rápidamente pasó a controlar el poder en Afganistán y lo gobernó como una subsidiaria de propiedad absoluta de la ISI. Las cosas eran prometedoras para Gul y su gente hasta que Osama bin Laden, un ex combatiente muyaidín que gozaba de la hospitalidad del nuevo “Emirato Islámico” de los talibán, ordenó el 11 de septiembre de 2001 los atentados terroristas contra Estados Unidos desde su escondite afgano.

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