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El verano cruel del Pakistán

LAHORE – Julio fue uno de los meses más duros en la historia del Pakistán. La clase dirigente del país fue acusada de duplicidad con el esfuerzo americano de guerra en el Afganistán, al apoyar a los dos bandos –los Estados Unidos y los talibanes– al mismo tiempo. En el Pakistán hubo una considerable irritación ante la forma como aludió el Primer Ministro británico, David Cameron, a esas sospechas, algunas de las cuales iban dirigidas al Presidente, Asif Ali Zardari, quien decidió confirmar su prevista visita a Londres, pese a las duras palabras pronunciadas por Cameron.

La irritación pública ante las acusaciones procedentes de los Estados Unidos y de Gran Bretaña sobre los Servicios de Inteligencia Conjuntos (ISI) del Pakistán aumentó cuando los servicios televisivos de 24 horas de noticias mostraron la devastación y el sufrimiento causados por las inundaciones en el noroeste del país, las peores en más de ochenta años. El ejército lanzó una importante operación para ayudar a los afectados. Su comandante, el general Ashfaq Pervez Kayani, que recientemente fue confirmado en su cargo para un mandato de tres años más, cosa inhabituad, fue el único de los dirigentes del Pakistán que visitó las zonas afectadas por las inundaciones y se mostró preocupado por el sufrimiento. Y ésa no fue la única crisis en la que la dirección militar pareció estar haciendo lo que el público consideraba apropiado.

La publicación en Wikileaks, con toda su crudeza, de informes de los servicios de inteligencia de los Estados Unidos desde el Afganistán confirmó lo que se sospechaba desde hacía mucho. Varios informes preparados en el terreno describían contactos entre los ISI y los talibanes, precisamente cuando los ISI estaban participando en la lucha contra algunos de los talibanes en el Pakistán. En esa documentación figuraban relaciones de primera mano de la irritación de los americanos ante la nula disposición de los ISI a afrontar a los insurgentes, en particular los que estaban atacando a las tropas de los EE.UU. y de la OTAN cerca de la frontera pakistaní. Los ISI parecían estar manteniendo sus líneas de comunicación abiertas a algunos talibanes con la esperanza de que se pudiera utilizarlos como fuerza de reserva en caso de que hubiera otra confrontación militar con la India o una precipitada retirada americana del Afganistán.

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