men reading newspapers kenya MARCO LONGARI/AFP/Getty Images

Cómo vender buenas historias sobre África

LAGOS – En cualquier parte del mundo, el periodismo autónomo o freelance es una profesión arriesgada, que implica soportar rechazos contundentes, preguntas sin responder, el robo de ideas para artículos y retrasos en la paga. Significa aceptar la precariedad económica de tener poca o ninguna ventaja en las negociaciones salariales. Pero para los que se desempeñan en África, cubrir el continente tiene su propio conjunto de retos específicos.

Por ejemplo, en Nigeria la mayoría de los medios de comunicación necesitan editores diligentes, rara vez publican análisis y reportajes incisivos, y hacen esfuerzos por compensar a su personal debido a la falta de financiación. Zain Verjee, empresario keniata de medios y ex ancla de CNN, lamentó hace poco la reticencia de los multimillonarios y los gobiernos africanos para financiar a empresas informativas emergentes africanas, incluso si se someten a una cobertura mediática occidental que a menudo viene sesgada. Y, en los casos en que se puede vender y comprar cobertura positiva, y el periodismo se ve como una glorificación de las relaciones públicas, los freelancers africanos solo pueden soñar con una remuneración justa.

Piénsese en un reciente artículo de 800 palabras que escribí para uno de los mayores periódicos del país; se publicó con poquísimas modificaciones y me reportó unos escuálidos 10.000 naira (cerca de USD 30). Y eso después de regatear con el editor para subirlo desde los 5000 naira que ofrecían inicialmente. En Occidente, por un artículo de longitud similar habría recibido USD 200 o más. Tal vez no es sorprender que muchos freelancers nigerianos (incluyéndome) graviten hacia los medios occidentales.

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