Supreme Court protests Olivier Douliery/Stringer

Cómo lidiar con una inercia institucional nociva

LONDRES – Ya hace mucho tiempo que las instituciones profundamente arraigadas, creíbles, responsables y efectivas son consideradas cruciales para un bienestar y una prosperidad duraderos en una sociedad. Protegen a los países de una volatilidad frecuente e inquietante, ya sea económica, política o social, y reducen el riesgo de sacudidas costosas. Pero, hoy en día, las instituciones políticas y económicas clave están siendo presionadas por una inestabilidad inusual en sus entornos operativos y los efectos de una pérdida acumulada de confianza por parte de sus electorados.

Las implicancias varían, y existe una probabilidad de adaptación mucho mayor, inclusive a través de un proceso relativamente ordenado de destrucción creativa y recreación, entre las entidades privadas en comparación con las públicas. Estas últimas demandan una intensificación de los esfuerzos de reforma, para no representar otro obstáculo para la capacidad de la economía global de ofrecer un crecimiento elevado e inclusivo de forma duradera.

Al igual que una red de caminos bien diseñada y en buen funcionamiento, las instituciones sólidas fortalecen a las economías al garantizar un entorno operativo estable, mecanismos de transmisión más aceitados, interacciones económicas menos costosas y menos riesgosas, un conjunto creíble de derechos de propiedad y respeto por el régimen de derecho. Actúan no sólo como facilitadores de un amplio rango de relaciones beneficiosas para todos, sino también como guardianes confiables. En consecuencia, durante décadas estas instituciones fueron ampliamente consideradas como la principal característica que diferenciaba a las economías avanzadas de los países en desarrollo que siguen siendo objeto de un conjunto mucho mayor de sacudidas cíclicas y estructurales perjudiciales.

https://prosyn.org/ciLTHJ1es