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Un estado mafioso dentro de la UE

BUDAPEST – Después de la caída del comunismo, muchos en Europa central y oriental esperábamos que la región emprendiera decididamente el camino hacia la democracia liberal, y que cualquier obstáculo que apareciera sería superable. Pero en muchos países excomunistas, viejos sistemas de clientelismo y corrupción han sobrevivido, adoptando nuevas formas. Lo que imaginamos como una fase de transición se ha convertido en un estado de cosas permanente.

Piénsese en Hungría, que en los siete años de gobierno del primer ministro Viktor Orbán se ha convertido en un estado mafioso. Hungría tiene la particularidad de que tras dar unos primeros pasos hacia la democracia liberal y unirse a la Unión Europea, luego cambió de rumbo y comenzó a derivar hacia la autocracia. Los demás estados mafiosos de la región, como Rusia, Azerbaiyán y otras repúblicas exsoviéticas de Asia central, atravesaron un período oligárquico de fluctuación o se convirtieron directamente de dictaduras comunistas a emprendimientos criminales.

En estos países, el estado no ha sido capturado por la oligarquía y el submundo del hampa; en vez de eso, un “supramundo” organizado de élites capturó la economía (incluida en ella la oligarquía misma). El resultado es una mezcla entre organización criminal y estado parasitario privatizado.

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