SAN JOSÉ – Cuando mira su teléfono o tableta, ¿qué ve? ¿Píxeles? ¿Imágenes? ¿Distracción digital? Yo veo datos.
Cada día generamos inmensas cantidades de información, un rastro binario de migajas que forman un mapa de nuestros intereses, hábitos e interacciones. Para quienes trabajamos en planificación urbana, estos muy diversos grupos de datos son una mina dorada de oportunidades. Si se aprovechan adecuadamente, los datos generados por los usuarios pueden ayudarnos a planificar ciudades que estén en sintonía con las necesidades reales de la personas.
Solo hay un pequeño problema: literalmente, el mundo se está ahogando en datos. Para aprovechar toda la información que producimos involuntariamente, los planificadores deben mejorar los modos en que esta se capta, analiza y comparte entre el público y las diferentes esferas privadas. Si lo logramos, algunos de los mayores obstáculos a los que el mundo se enfrenta (desde la pobreza al cambio climático), podrían volverse un poco más manejables.
SAN JOSÉ – Cuando mira su teléfono o tableta, ¿qué ve? ¿Píxeles? ¿Imágenes? ¿Distracción digital? Yo veo datos.
Cada día generamos inmensas cantidades de información, un rastro binario de migajas que forman un mapa de nuestros intereses, hábitos e interacciones. Para quienes trabajamos en planificación urbana, estos muy diversos grupos de datos son una mina dorada de oportunidades. Si se aprovechan adecuadamente, los datos generados por los usuarios pueden ayudarnos a planificar ciudades que estén en sintonía con las necesidades reales de la personas.
Solo hay un pequeño problema: literalmente, el mundo se está ahogando en datos. Para aprovechar toda la información que producimos involuntariamente, los planificadores deben mejorar los modos en que esta se capta, analiza y comparte entre el público y las diferentes esferas privadas. Si lo logramos, algunos de los mayores obstáculos a los que el mundo se enfrenta (desde la pobreza al cambio climático), podrían volverse un poco más manejables.