Una crisis y un solo mundo

GINEBRA – Cuando la recesión se extiende por todo el mundo, las redes de producción mundial que surgieron con la mundialización de la economía planetaria han pasado a ser fuentes de reducciones de personal y pérdidas de puestos de trabajo. El aplazamiento de las compras de nuevos abrigos para el invierno en los Estados Unidos provoca pérdidas de empleos en Polonia o China. Después esas pérdidas se plasman en una menor demanda para las máquinas-herramienta estadounidenses o alemanas.

Después el desempleo y la reducción de las ventas provocan, a su vez, nuevas pérdidas en las carteras de préstamos de los bancos, con lo que debilitan aún más el castigado sector financiero. A consecuencia de ello, la ansiedad, la desesperanza y la ira se están extendiendo, a medida que lo que era una crisis financiera pasa a ser una crisis económica y humana. Si se descontrolara, podría llegar a ser una  crisis de seguridad.

Intentar rescatar el sector financiero sin apoyar una recuperación desde el punto de vista de las empresas, los puestos de trabajo y el poder adquisitivo de las familias no dará resultado. Lo que hace falta es un gran estímulo fiscal a escala mundial para contrarrestar el descenso de la demanda privada.

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