Nasser Saidi, former Chief Economist of the Dubai International Financial Center, has served as a vice governor of the Bank of Lebanon and as Lebanon’s Minister of the Economy and Industry. He is the author, most recently, of the OECD report Corporate Governance in the MENA Countries.
BEIRUT – En junio de 2014, el barril de petróleo Brent (la principal referencia del mercado internacional del crudo) se vendía a $115. Menos de dos años después el precio es $45 o incluso menos. No es de sorprender que el colapso haga significado un duro golpe para Arabia Saudita y los reinos petroleros del Golfo, cuyos ingresos dependen en un 85% del petróleo. Es necesario que acepten que, a diferencia de las fluctuaciones del pasado, esta caída no será transitoria.
Esta “nueva normalidad” del petróleo refleja dos nuevas realidades: el crecimiento económico de China (y la consiguiente demanda de crudo) necesariamente irá a menos; la eficiencia energética mundial aumentará, no en menor medida por los compromisos alcanzados en la Conferencia de París sobre el cambio climático en diciembre pasado; y el gas y petróleo de esquisto, junto con las energías renovables, se están haciendo mucho más competitivas gracias a las revolucionarias innovaciones alcanzadas últimamente en estos ámbitos. Ahora que Irán, Libia e Irak han regresado como grandes exportadores de petróleo, los bajos precios serán inevitables y duraderos.
Arabia Saudita y los demás países del Golfo no deben desperdiciar esta crisis, que les ofrece la oportunidad perfecta de llevar a cabo amplias reformas económicas.
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