obama and trump Win McNamee/Getty Images

Las cartas de Obama y las fantasías de Trump

TOKIO – ¿Cuándo fue la última vez que se sentó a escribir una carta? No me refiero a e‑mails o mensajes de texto; tampoco cuenta algo que le dictó a una máquina o a un asistente personal. Me refiero más bien a una carta como las de antes, las que empezaban con “Querido Donald” o “Querida Hillary”.

Le pregunto porque 65 000 personas le escribieron cartas de esas a Barack Obama y se las mandaron, durante cada semana de su mandato como presidente de los Estados Unidos. Según una nota reciente publicada en The Guardian, un equipo de empleados de la Casa Blanca elegía diez cartas por día y se las entregaba al presidente, que esa misma noche las respondía personalmente.

¿Era este ritual nocturno una pérdida de tiempo para el líder más poderoso del mundo? Alguno dirá que a Obama le hubiera aprovechado más leer informes sobre la situación en Siria o sobre la implementación de la reforma sanitaria (y no hay duda de que también los leía). Pero sospecho que Obama comprendía el valor de tener un encuentro diario con los votantes. Su ritual era una solución parcial a un problema fundamental que enfrentan todos los dirigentes políticos: cómo mantener contacto con el mundo real.

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