Nutrir las raíces creativas del crecimiento

Los gobiernos de todo el mundo intentar fomentar el crecimiento económico, pero el crecimiento -con el elevado nivel de empleo y el aumento del nivel de vida que los políticos ansían- es resultado de la creatividad. Quienes persiguen nuevas direcciones en los negocios, la ciencia y las artes obtienen innovaciones y mejoras que hacen avanzar la economía. Así, pues, ¿cómo pueden los gobiernos -salvo con mera retórica- fomentar la creatividad?

La legislación sobre la propiedad intelectual -patentes y derechos de autor- es el ejemplo más claro de una política oficial encaminada a estimular la creatividad. La idea se remonta a la Italia del Renacimiento, pero la legislación moderna sobre patentes tuvo su origen en Inglaterra, donde en 1624 se promulgó la Ley contra los Monopolios para conceder el derecho exclusivo durante 14 años al "verdadero y primer inventor" de cualquier método de fabricación. La ley benefició a los inventores de un modo que vinculaba la recompensa con sus dividendos económicos.

Ese criterio puede dar como resultado grandes recompensas por las invenciones importantes -precisamente lo que se necesita para brindar el máximo incentivo a las personas a fin de que creen audaces concepciones nuevas- y nos ha servido a lo largo de los siglos desde 1624. Pero hasta época reciente la legislación sobre patentes estaba basada en una definición demasiado limitada de creatividad, por lo general la encarnada en la invención de aparatos o procesos industriales.

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