La oportunidad perdida de Nigeria

El primer intento de traspasar el poder de un gobierno civil a otro en Nigeria desde su independencia en 1960 acaba de concluir –ridículamente. En efecto, la elección presidencial degeneró en un ejercicio crudo de fraude electoral e intimidación de los electores.

Por consiguiente, ahora se objeta enérgicamente la victoria de Umaru Yar’ Adua, candidato del Partido Democrático Popular, actualmente en el poder, y sucesor designado por el Presidente Olusegun Obasanjo. Los candidatos más importantes de la oposición - Muhammadu Buhari del Partido Popular de Toda Nigeria (ANPP), Patrick Utomi del Partido Democrático Africano (ADP), Atiku Abubakar del Congreso para la Acción (AC), y Orji Uzor Kalu de la Alianza Progresiva Popular (PPA)- rechazan los resultados y están convocando a los nigerianos a protestar pacíficamente. Los observadores electorales locales y los de Occidente han declarado que la votación estuvo muy por debajo de los estándares aceptables.

Aunque los funcionarios estadounidenses habían dicho que su país no apoyaría a Obasanjo si las elecciones resultaran viciadas, mucho antes de que se realizaran era un secreto a voces que el PDP las manipularía para continuar en el poder. Obasanjo dejó en claro que él consideraba las elecciones como un asunto de “vida o muerte” y que solamente entregaría el poder a Yar’ Adua. Con todo, el grado y descaro del fraude no tuvieron precedentes, lo que muestra la desesperación de Obasanjo.

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