borchardt6_Chip SomodevillaGetty Images_journalists Chip Somodevilla/Getty Images

La riesgosa atracción tecnológica del periodismo

OXFORD – Se suponía que la tecnología iba a solucionar algunos de los mayores problemas del mundo. Si todos estaban conectados a Internet, se pensaba en algún momento, la democracia vendría después. Si se recopilaban suficientes datos, todas nuestras preguntas encontrarían respuesta. Si poníamos todo online, los algoritmos se ocuparían del resto. El mundo prácticamente se manejaría solo.

En cambio, ahora sabemos que la tecnología digital se puede utilizar para minar la democracia; que plantea más preguntas que respuestas; y que un mundo que se maneja solo se parece más a una pesadilla orwelliana que a un objetivo noble. Pero si bien la tecnología no es la solución, en verdad tampoco es el problema; sí lo es la obsesión absoluta que tenemos por ella.

Consideremos la experiencia de la industria de medios, donde la revolución digital ha causado estragos en los modelos de negocios prevalecientes en los últimos diez años. Las editoriales y los editores respondieron depositando toda su fe en la tecnología: rastreando todo tipo de métricas, abrazando el periodismo de datos, contratando equipos de video y abriendo estudios de podcasts.

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