Two men in Mexico at sunset.

Las enfermedades desatendidas de los marginados

WASHINGTON, DC – Cuando el Papa Francisco visitó Estados Unidos en septiembre, pronunció dos discursos de importancia histórica ante el Congreso y la Asamblea General de las Naciones Unidas. Basándose en lo expresado en su encíclica Laudato Si’, subrayó la responsabilidad de la comunidad internacional de dar respuesta al sufrimiento humano, como el que padecen los refugiados y quienes viven en la extrema pobreza, e hizo un llamado a la solidaridad global para superar la exclusión social y la desigualdad.

Los ruegos del Papa deberían hacernos prestar atención a todos y cada uno de los aspectos del sufrimiento humano, especialmente los que padecen los más marginados. Uno de ellos son las enfermedades tropicales desatendidas (ETD), un grupo de enfermedades parasitarias e infecciones relacionadas (como la filariosis linfática, o elefantiasis, los gusanos intestinales y la esquistosomiasis) que se han convertido en un flagelo de la pobreza, afectando a cerca de 1,4 mil millones de personas al año, entre ellos más de 500 millones de niños, causando niveles indecibles de dolor y sufrimiento, y alimentando el ciclo de la pobreza debido a la pérdida de productividad.

En la última década la comunidad internacional ha dado importantes pasos en la lucha contra las ETD. Por ejemplo, la generosidad de importantes farmacéuticas, que aportan medicinas de manera gratuita, he permitido ampliar la escala de los programas de tratamiento.

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