La OTAN y las pesadillas de Rumania

Cientos de miles de rumanos aclamaron al Presidente Bush cuando nos dio la bienvenida a la OTAN, y éramos sinceros. Al igual que cuando aclamamos a Nicolae Ceausescu, tanto cuando se dirigía a la nación como cuando fue ejecutado. Somos buenos para aclamar. Para lo que no somos buenos es comprender qué estamos aclamando. Nuestra nueva calidad de miembros de la OTAN suena genial, pero realmente no sabemos por qué.

En 1998, Radu Vasile, entonces Primer Ministro de Rumania, visitó Israel. Vasile expresó interés en comprar helicópteros militares israelíes. Ezer Weizmann, Presidente de Israel y ex piloto de aviones, respondió: "Ustedes deben tener grandes enemigos si necesitan estos helicópteros. ¿Quiénes son?" "En lo absoluto", respondió Vasile, "estamos en paz con nuestros vecinos... nuestras fronteras están seguras. Pero necesitamos aeronaves modernas... para unirnos a la OTAN". "¡Así es que", dijo Weizmann, "después de todo no tienen enemigos! ¡Pero no se preocupen: la OTAN se los buscará!".

La mayoría de los rumanos ven el ingreso a la OTAN como una enorme victoria nacional, pero algunos se preguntan si hay algo de verdadero en la broma de Weizmann: porque, si la razón fundamental de entrar en una alianza militar es la sensación de estar amenazados, entrar a la OTAN no tiene sentido. Por primera vez en su accidentada historia, Rumania no tiene nada que temer de sus vecinos. Rusia, el "enemigo tradicional" ahora parece lejana y consumida por sus problemas internos. Hungría, el otro "enemigo tradicional" es un aliado miembro de la OTAN; las relaciones con Ucrania son desagradables, pero pacíficas. Bulgaria es demasiado pequeña como para que importe; y las guerras de Yugoslavia son cosa del pasado.

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