tharoor137_ Hafiz AhmedAnadolu Agency via Getty Images_india protest Hafiz Ahmed/Anadolu Agency via Getty Images

La India como paria

NEW DELHI – Después de que la India lanzara sus reformas económicas de gran aliento en 1991, su estatura mundial fue creciendo año a año. El país ya estaba recibiendo reconocimientos por ser una floreciente democracia y un ejemplo para el mundo sobre cómo gestionar la diversidad en una sociedad libre y abierta. Se añadían a su atractivo su peso económico y el tamaño de un mercado cada vez más próspero. Su autopromoción como la mayor democracia de libre mercado del planeta, y la de más veloz crecimiento, estaba funcionando bien: los líderes mundiales hacían fila para visitar Nueva Delhi, hasta el punto de convertirse en una carga para los funcionarios de protocolo diplomático.

Pero todo eso comenzó a desmoronarse en los últimos meses.

El motivo no es difícil de ver. El ambiente político indio se va vuelto tóxico bajo el gobierno nacionalista hindú del Primer Ministro Narendra Modi, por una seguidilla de medidas divisivas y socialmente discriminadoras, acompañadas de una retórica política incendiaria que limita con la islamofobia. Más aún, una serie de desastrosas decisiones económicas –notablemente la desmonetización y la fracasada implementación de un Impuesto nacional a los Bienes y Servicios- hicieron que muchos pequeños emprendedores cerraran sus negocios y dejó en el paro a millones de personas, convulsionando más aún a la sociedad india. Y el fracaso económico no ha hecho más que impulsar al Partido Bharatiya Janata (BJP) de Modi a doblar la apuesta en su agenda política, animada por los prejuicios de su ideología hinduista.

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