Man studying the Quran

Recrear la Casa de la Sabiduría musulmana

GUILDFORD – Los gobiernos musulmanes saben que los avances tecnológicos son muy favorables para el crecimiento económico, el poder militar y la seguridad nacional. Estos últimos años, muchos han incrementado en gran medida la financiación para ciencia y educación. Aun así, está muy difundida la opinión (especialmente en Occidente) de que el mundo musulmán prefiere seguir desconectado de la ciencia moderna.

Los escépticos tienen algo de razón. Los países de mayoría musulmana invierten, en promedio, menos del 0,5% de su PIB en investigación y desarrollo, mientras que las economías avanzadas invierten cinco veces esa cifra. También tienen menos de diez científicos, ingenieros y técnicos por cada mil habitantes, contra un promedio mundial de 40, que asciende a 140 en los países desarrollados. Y estas cifras no expresan la real magnitud del problema, que no tiene que ver tanto con cuánto dinero se invierte o cuántos investigadores se emplean, sino con la calidad básica de la ciencia que se produce.

No nos apresuremos a apuntar todos los dardos contra los países musulmanes; hasta en el supuestamente “ilustrado” Occidente, una proporción preocupantemente alta de la población ve a la ciencia con sospecha o temor. Pero es verdad que en muchas partes del mundo musulmán, la ciencia se enfrenta a un desafío particular: ser vista como una creación occidental de carácter secular e incluso ateo.

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