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Más muros por caer

MOSCU – El pueblo alemán, y todo el mundo junto con él, celebran una fecha histórica, el vigésimo aniversario de la caída del Muro de Berlín. No muchos acontecimientos permanecen en la memoria colectiva como una vertiente que divide dos períodos bien diferenciados. El desmantelamiento del Muro de Berlín -ese símbolo sombrío y concreto de un mundo dividido en campos hostiles- es uno de esos momentos definitorios.

La caída del Muro de Berlín trajo esperanza y oportunidades a la gente en todas partes, y le brindó a los años 1980 un final verdaderamente alborozado. Eso es algo en lo que hay que reflexionar mientras esta década se acerca a su fin -y cuando la posibilidad de que la humanidad dé otro salto trascendental hacia adelante parece escabullirse.

El camino al fin de la Guerra Fría ciertamente no fue fácil, ni bienvenido universalmente en ese momento, pero es justamente por esta razón que sus lecciones siguen siendo relevantes. En los años 1980, el mundo estaba en una encrucijada histórica. La carrera armamenticia entre el Este y Occidente había creado una situación explosiva. Los elementos de disuasión nuclear podrían haber fallado en cualquier momento. Íbamos camino al desastre, al mismo tiempo que ahogábamos la creatividad y el desarrollo.

Hoy, ha surgido otra amenaza planetaria. La crisis climática es el nuevo muro que nos separa de nuestro futuro, y los líderes actuales en gran medida están subestimando la urgencia, y la escala potencialmente catastrófica, de la emergencia.

La gente solía decir en broma que lucharemos por la paz hasta que ya no quede nada en el planeta; la amenaza del cambio climático hace que esta profecía resulte más literal que nunca. Las comparaciones con el período inmediatamente anterior al Muro de Berlín parecían asombrosas.

Como hace 20 años, enfrentamos una amenaza a la seguridad global y a nuestra propia existencia a la que ninguna nación puede hacer frente por sí sola. Y, nuevamente, es la gente la que está pidiendo un cambio. De la misma manera que el pueblo alemán declaró su voluntad de unidad, los ciudadanos del mundo hoy están exigiendo que se tomen medidas para abordar el cambio climático y reparar las profundas injusticias que lo circundan.

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Hace veinte años, los principales líderes mundiales manifestaron determinación, se enfrentaron a una oposición y una presión inmensa y el Muro se derribó. Todavía está por verse si los líderes de hoy harán lo mismo.

Abordar el cambio climático exige un cambio de paradigmas en una escala similar a la que se necesitó para poner fin a la Guerra Fría. Pero necesitamos un "interruptor" para evitar la estrategia convencional que predomina actualmente en la agenda política. Fue la transformación generada por la perestroika y el glasnost la que preparó el escenario para el salto cuántico a la libertad para la Unión Soviética y Europa del Este, y abrió el camino para una revolución democrática que salvó a la historia. El cambio climático es complejo y está estrechamente entrelazado con una serie de desafíos, pero se necesita una ruptura similar en nuestros valores y prioridades.

No hay un solo muro por derribar, sino muchos. Existe el muro entre aquellos estados que ya están industrializados y los que no quieren quedar rezagados en su desarrollo económico. Existe el muro entre los que causan el cambio climático y quienes sufren las consecuencias. Existe el muro entre los que ponen atención en la evidencia científica y quienes consienten los caprichos de intereses creados. Y existe el muro entre los ciudadanos que están modificando su comportamiento y quieren una fuerte acción global y los líderes que hasta el momento los están defraudando.

En 1989, se implementaron cambios increíbles que se consideraban imposibles pocos años antes. Pero esto no fue casual. Los cambios reverberaron las esperanzas del momento, y los líderes respondieron. Derribamos el Muro de Berlín con la idea de que las generaciones futuras podrían solucionar los desafíos en conjunto.

Hoy, al mirar el golfo cavernoso entre los ricos y los pobres, la irresponsabilidad que causó la crisis financiera global y las respuestas débiles y divididas al cambio climático, tengo una sensación amarga. La oportunidad de construir un mundo más seguro, más justo y más unido en términos generales se ha desperdiciado.

Para hacerme eco del pedido que me formulara mi difunto amigo y compañero de contertulio, el presidente Ronald Reagan: Sr. Obama, Sr. Hu, Sr. Singh y, allá en Berlín, Sra. Merkel y sus colegas europeos, "¡Derriben este muro!" Porque es su Muro, su momento definitorio. No pueden eludir el llamado de la historia.

Apelo a los jefes de Estado y de gobierno a asistir en persona a la conferencia sobre cambio climático en Copenhague en diciembre y a desmantelar el muro. La gente del mundo espera se pronuncien. No los defrauden.

https://prosyn.org/yBPCEj0es