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El efecto estabilizador de la inflación

BRUSELAS – La tarea que mantiene ocupados a los bancos centrales hoy en día es endurecer sus políticas monetarias con la mayor celeridad posible. Incluso el habitualmente prudente Banco Central Europeo acaba de aumentar su tasa de interés clave en 75 puntos básicos, lo que es una acción sin precedentes y que iguala una medida adoptada anteriormente por la Reserva Federal de Estados Unidos. Los mercados financieros han reaccionado a estas medidas como cabría esperar, con la caída de las bolsas de valores y la caída de los precios de los bonos a largo plazo. Sin embargo, nada de lo antedicho indica que una crisis financiera sea inminente.

Uno podría concluir lo contrario, teniendo en cuenta el cóctel de situaciones que enfrentamos en la actualidad, mismo que incluye la guerra en Ucrania, la explosión de los precios de la energía y el aumento vertiginoso de la inflación, esto debido de manera especial a que los niveles de deuda son mucho más altos hoy en comparación con aquellos en la víspera de la última crisis financiera. En Estados Unidos, la deuda total de las empresas no financieras se ha duplicado a lo largo de la última década, alcanzando los 12 millones de millones de dólares, y la deuda nacional bruta acaba de superar los 31 millones de millones de dólares por primera vez.

Estados Unidos no es de ninguna forma el único país que se encuentra en esta situación. Debido a la recesión causada por la pandemia de COVID-19, la deuda pública se ha elevado casi en todos los país, habiendo crecido en promedio en las economías avanzadas en 20 puntos porcentuales, lo que representa más del 120% del PIB.

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