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La era monetarista se terminó

LONDRES – Un clima de aprensión dominó las reuniones anuales de este mes del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial en Washington. Pero el miedo de una recesión global no fue la verdadera causa. Si bien la última revisión de las Perspectivas de la Economía Mundial del FMI mostró una desaceleración este año de la actividad económica a su nivel más débil desde 2009, la tasa de crecimiento global proyectada del 3% sigue estando muy por encima de los niveles asociados con las recesiones pasadas y sería consistente con condiciones económicas decentes en la mayor parte del mundo –un desenlace para nada malo para el onceavo año de una expansión global sostenida-. Y, para el año próximo, el FMI predice que el crecimiento se acelerará al 3,4%, muy cerca de la estimación del 3,6% de la tendencia sostenible de largo plazo de la economía mundial.

Se podría decir que el pronóstico del FMI de un rebote del crecimiento el año próximo es poco creíble, simplemente porque todos los modelos econométricos están diseñados de manera tal que tienden a revertir a tendencias promedio de largo plazo. Pero las cifras para 2019 son diferentes y mucho más creíbles. A esta altura el año pasado, las “proyecciones” para 2019 principalmente reflejan datos que ya han sido recopilados. Las cifras, por lo tanto, reflejan principalmente datos existentes, como la guerra comercial entre Estados Unidos y China, el colapso de la producción de autos en Alemania y los temores de un Brexit sin acuerdo.

Las proyecciones para 2019 confirman el panorama relativamente benigno de la economía global que describí después de la iteración previa de los datos del FMI. A pesar de su guerra comercial, ni Estados Unidos ni China han experimentado un debilitamiento real: el crecimiento en ambos países ha sido devaluado en un 0,1% estadísticamente insignificante desde octubre pasado. El desempeño de Japón también se ha mantenido sin cambios y el resto de Asia sólo se ha desacelerado marginalmente. La principal zona problemática en la economía mundial este año ha sido Europa, con un crecimiento proyectado en la eurozona revisado a la baja en más de un tercio, del 1,9% al 1,2%, y del 1,9% a un 0,5% casi recesivo en Alemania.

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