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La desaceleración de la India con Modi

NUEVA DELHI – Hasta hace poco, los indios estaban acostumbrados a dar el crecimiento económico por sentado. Tras una década con un promedio anual superior al 9%, la economía de la India capeó la recesión mundial posterior a 2008 y mantuvo un impresionante 7% hasta 2014‑15. El ritmo de crecimiento del país parecía imparable.

Y entonces llegó el gobierno del primer ministro Narendra Modi, con su mayor error de política económica, la desmonetización, que retiró de circulación el 86% del dinero de la India de un día para el otro (con el objetivo, según Modi, de sacar a la luz patrimonios no declarados). La economía todavía no se recuperó. Se perdieron millones de empleos, y cientos de miles de pequeñas empresas y microempresas (que empleaban a entre 2 y 7 trabajadores y dependían del flujo de efectivo diario para seguir andando) se vinieron a pique. Lo único que se logró fue que Modi, que valora las apariencias más que los resultados reales, transmitiera imagen de audacia y determinación.

Si la desmonetización fue una mala idea mal implementada, después vino una buena idea mal implementada: un impuesto nacional sobre bienes y servicios. En vez de un gravamen general sencillo con una única alícuota (como el aplicado en todos los países donde el concepto funcionó bien), el gobierno presentó un sistema de varios tramos. A pesar de tener cinco alícuotas diferentes, más un impuesto a los bienes suntuarios, la implementación apresurada y torpe del gobierno mantuvo una serie de exenciones clave (entre ellas el alcohol y la gasolina) y sigue confundiendo a todos los contribuyentes alcanzados. Ambas iniciativas pusieron freno al crecimiento económico, con pronósticos que hablan de una desaceleración al 5% para este año fiscal.

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