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El mito de la TMM

FRÁNCFORT – Mucha gente hoy proclama que la pandemia del COVID-19 ha demostrado positivamente que la Teoría Monetaria Moderna (TMM) es el único camino a seguir por los gobiernos. Para los no iniciados, la TMM probablemente suene extremadamente sofisticada –hasta científica-. Sus representantes hablan como si hubieran desarrollado un nuevo paradigma económico comparable con la Revolución Copernicana en la astronomía. Sin embargo, detrás del título lustroso y de los pronunciamientos de políticas confiados reside un mensaje que es tan simple como peligroso, particularmente ahora que los gobiernos en todo el mundo están gastando libremente para mantener a sus economías a flote durante la pandemia.

Según la TMM, los gobiernos pueden gastar lo que quieran en lo que quieran hasta que se alcance el pleno empleo, y sin nunca tener que preocuparse por el financiamiento, porque el banco central ofrecerá el dinero con sólo accionar la imprenta sin costo alguno para el gobierno. Si este aporte al pensamiento económico merece llamarse una nueva “teoría” es debatible, considerando la falta de originalidad (y la banalidad) de su concepto central. Por cierto, las ideas sobre el gasto del gobierno se remontan al concepto de “finanzas funcionales” del economista Abba P. Lerner en los años 1940. La TMM simplemente ha agregado una garantía de empleo federal.

Las primeras publicaciones sobre TMM –como Modern Monetary Theory: A Primer on Macroeconomics for Sovereign Monetary Systems, del economista L. Randall Wray- aparecieron hace varios años, y se enfrentaron a una crítica casi unánime de parte de economistas de todo el espectro político. De todos modos, el debate sobre la TMM continúa, principalmente porque ha sido retomado por políticos como el líder del Partido Laborista del Reino Unido Jeremy Corbyn y el senador norteamericano Bernie Sanders.

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