LONDRES– En décadas recientes, la palabra árabe jihad, utilizada para describir el deber de todos los musulmanes de actuar de acuerdo con su fe, se ha asociado principalmente a la guerra contra los infieles. El surgimiento del Estado Islámico ha dado lugar a que se redefina otro término para incluirlo en el glosario de la violencia extremista: hijra.
Al igual que en el caso de la jihad, no se trata de un simple caso de hurto semántico. Las implicaciones reales son muy alarmantes. Al militarizar el concepto de la hijra, que tradicionalmente se refería a la migración pacífica de los musulmanes hacia tierras en las que ya no sufrirían persecuciones, han creado una poderosa herramienta para radicalizar y reclutar musulmanes por todo el mundo, incluso en los Estados Unidos y Europa.
La hijra se relaciona con el Islam desde la huida del Profeta Mahoma de La Meca a Medina en 622 para escapar de un asesinato y preservar a su comunidad. Él y sus seguidores sabían que si permanecían en La Meca los no musulmanes los despreciarían; sus vidas mismas corrían peligro. Así pues, en un acto de hijra, o migración, el profeta salió de la ciudad de su nacimiento. El Islam tendría una base estable, puesto que en Medina los musulmanes tendrían la libertad de actuar según los dictados de su fe.
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The banking system we take for granted is unfixable. The good news is that we no longer need to rely on any private, rent-seeking, socially destabilizing network of banks, at least not the way we have so far.
shows why the current private system is unfixable – and why we don’t need to tolerate it anymore.
Like Vladimir Putin, China's leader is so steeped in a narrative of victimhood and fearful of appearing weak that it is hard to imagine him ever leading China out of the mess he has created. He could well be remembered as the leader who squandered history's most remarkable economic success story.
about the country's increasingly worrisome trajectory, both at home and abroad.
Artificial IdiocyFrank Rumpenhorst/picture alliance via Getty Images
LONDRES– En décadas recientes, la palabra árabe jihad, utilizada para describir el deber de todos los musulmanes de actuar de acuerdo con su fe, se ha asociado principalmente a la guerra contra los infieles. El surgimiento del Estado Islámico ha dado lugar a que se redefina otro término para incluirlo en el glosario de la violencia extremista: hijra.
Al igual que en el caso de la jihad, no se trata de un simple caso de hurto semántico. Las implicaciones reales son muy alarmantes. Al militarizar el concepto de la hijra, que tradicionalmente se refería a la migración pacífica de los musulmanes hacia tierras en las que ya no sufrirían persecuciones, han creado una poderosa herramienta para radicalizar y reclutar musulmanes por todo el mundo, incluso en los Estados Unidos y Europa.
La hijra se relaciona con el Islam desde la huida del Profeta Mahoma de La Meca a Medina en 622 para escapar de un asesinato y preservar a su comunidad. Él y sus seguidores sabían que si permanecían en La Meca los no musulmanes los despreciarían; sus vidas mismas corrían peligro. Así pues, en un acto de hijra, o migración, el profeta salió de la ciudad de su nacimiento. El Islam tendría una base estable, puesto que en Medina los musulmanes tendrían la libertad de actuar según los dictados de su fe.
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