La evolución educativa de Europa

DUBLÍN – Europa se enfrenta a grandes retos que son demasiado grandes para que un país por sí solo los aborde. Europa, al mismo tiempo que hace frente a la crisis económica, al desempleo generalizado y al aumento de la competencia que proviene de las economías de los países en desarrollo, debe adaptarse a los avances tecnológicos y a las nuevas modalidades de trabajo – y tiene que hacer todo esto mientras la población que envejece pone una creciente presión sobre los ya agotados presupuestos públicos. Dentro de este frágil contexto, la Unión Europea debe centrarse en la educación con el fin de nutrir los talentos y el potencial de las personas, y consiguientemente impulsar la recuperación económica y social.

La educación es la clave no solamente para mejores empleos y un mayor crecimiento del PIB, sino que también para el desarrollo cultural, político y social que se necesita para garantizar que los ciudadanos estén bien preparados y lo suficientemente concientizados de la realidad como para desenvolverse como conductores en niveles locales, nacionales e internacional. Al centrarse en las políticas correctas, los líderes de la UE pueden garantizar que la educación que reciban los europeos les permitan ser ciudadanos de clase mundial que se desenvuelvan con fluidez y también actores económicos contundentes.

La buena noticia es que parece que los líderes europeos reconocen el valor de la búsqueda del conocimiento. Al realizar la asignación de fondos en el Presupuesto europeo 2014-2020, los gobiernos de la UE sabiamente decidieron aumentar los fondos destinados a la educación y la investigación – y fueron estas dos las únicas áreas en las que se hicieron aumentos. Este compromiso con salvaguardar la educación y la financiación de la investigación debe reflejarse en todos los niveles de formulación de políticas.

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