WASHINGTON, DC – Decir que la cumbre de líderes del G-7 de este mes en Canadá fue una reunión inusual sería una subestimación. Un encuentro tradicionalmente amistoso y predecible de países que piensan parecido se vio ensombrecido por acusaciones y desacuerdos, lo que resultó en la imposibilidad de alcanzar un consenso sobre un comunicado final. Pero, si bien los analistas políticos se apresuraron a declarar el fin de la coherencia, la integridad y la utilidad del G-7, los mercados no se alteraron. En verdad, el resultado de más largo plazo bien puede darles la razón a los mercados, aunque con algunas consideraciones importantes.
Se hizo público que los participantes en la cumbre del G-7 se enfrentaron por cuestiones como el cambio climático y la posibilidad de volver a admitir a Rusia. Pero la discordia sumamente publicitada estuvo alimentada principalmente por los desacuerdos sobre los efectos del comercio entre los miembros. Esos desacuerdos -amplificados por las persistentes diferencias en torno a datos básicos- impidieron el progreso en otras áreas donde un mayor consenso podría haber sido posible, entre ellas Irán, algunas otras cuestiones de Oriente Medio, Corea del Norte, migración y ayuda a los refugiados.
Los representantes de Estados Unidos acusaron a los otros miembros del G-7 de "prácticas comerciales injustas" que, según dicen, han afectado desproporcionadamente a la economía de Estados Unidos y a sus trabajadores. El resto del G-7 -todos los aliados tradicionales de Estados Unidos- confrontó al presidente Donald Trump con datos que, esperaban, pudieran demostrar que el comercio había sido muy beneficial para todos los países.
WASHINGTON, DC – Decir que la cumbre de líderes del G-7 de este mes en Canadá fue una reunión inusual sería una subestimación. Un encuentro tradicionalmente amistoso y predecible de países que piensan parecido se vio ensombrecido por acusaciones y desacuerdos, lo que resultó en la imposibilidad de alcanzar un consenso sobre un comunicado final. Pero, si bien los analistas políticos se apresuraron a declarar el fin de la coherencia, la integridad y la utilidad del G-7, los mercados no se alteraron. En verdad, el resultado de más largo plazo bien puede darles la razón a los mercados, aunque con algunas consideraciones importantes.
Se hizo público que los participantes en la cumbre del G-7 se enfrentaron por cuestiones como el cambio climático y la posibilidad de volver a admitir a Rusia. Pero la discordia sumamente publicitada estuvo alimentada principalmente por los desacuerdos sobre los efectos del comercio entre los miembros. Esos desacuerdos -amplificados por las persistentes diferencias en torno a datos básicos- impidieron el progreso en otras áreas donde un mayor consenso podría haber sido posible, entre ellas Irán, algunas otras cuestiones de Oriente Medio, Corea del Norte, migración y ayuda a los refugiados.
Los representantes de Estados Unidos acusaron a los otros miembros del G-7 de "prácticas comerciales injustas" que, según dicen, han afectado desproporcionadamente a la economía de Estados Unidos y a sus trabajadores. El resto del G-7 -todos los aliados tradicionales de Estados Unidos- confrontó al presidente Donald Trump con datos que, esperaban, pudieran demostrar que el comercio había sido muy beneficial para todos los países.