

Though Polish voters in October ousted their right-wing populist government, recent elections in Slovakia and the Netherlands show that populism remains as malign and potent a political force as ever in Europe. But these outcomes also hold important lessons for the United States, where the specter of Donald Trump’s return to the White House haunts the runup to the 2024 presidential election.
LONDRES – La nueva gran divisoria en política, según Marine Le Pen, líder del partido francés de extrema derecha Frente Nacional, es entre los globalistas y los patriotas. El argumento es similar al que hacen los euroescépticos en el Reino Unido y el precandidato presidencial republicano Donald Trump en Estados Unidos. Pero es falso y peligroso a la vez.
También es un argumento que, a juzgar por los resultados de la segunda y definitiva vuelta de las elecciones regionales del 13 de diciembre, los votantes franceses (al menos) rechazan de plano. Dieron el 73% de sus votos a los rivales del Frente Nacional, que no consiguió ni una sola victoria.
Le Pen acusó a los partidos tradicionales de complotarse contra ella, y describió la cooperación entre sus rivales como un rechazo a la democracia. Su argumento es, por supuesto, el típico ejemplo de aquello de que las uvas estaban verdes; la razón de ser de los sistemas de segunda vuelta es obligar a los partidos y a sus simpatizantes a buscar consensos y formar alianzas. En tanto y en cuanto el Frente Nacional no encuentre un modo de hacerse de aliados, no conseguirá un avance electoral. (Lo mismo le ocurrirá probablemente a Trump.)
To continue reading, register now.
Subscribe now for unlimited access to everything PS has to offer.
Subscribe
As a registered user, you can enjoy more PS content every month – for free.
Register
Already have an account? Log in