Emmanuel macron Mikhail Metzel/TASS/Getty Images

Vive l’Euro?

LONDRES – La victoria de Emmanuel Macron en las presidenciales francesas del 7 de mayo inició una onda de entusiasmo acerca del futuro de la Unión Europea y de la eurozona en particular, debido en parte a que Macron impulsó una clara campaña en favor de la UE, y salió ganando por ello. Pero también porque la amenaza de un gobierno populista en uno de los estados fundadores de la UE es ahora un asunto del pasado, al menos por el momento.

Sin embargo, no se debe confundir un entusiasmo renovado con una confianza inquebrantable. Como seguramente entiende Macron mismo, la viabilidad de largo plazo de la UE depende de que el “proyecto europeo” atraiga a sus ciudadanos más que a sus líderes. En consecuencia, estos deben aprovechar esta oportunidad (y probablemente lo harán) para revitalizar iniciativas que busquen dar respuesta a los retos sobre seguridad, migración y crecimiento.

Sin embargo, hay un elefante en la habitación: la necesidad de reformar la gobernanza de la eurozona. Por el momento, no es prioridad para los líderes de Francia, Alemania u otros países, lo que en parte refleja un menor riesgo de inestabilidad financiera, pero la “fatiga reformista” entre los miembros también es un factor. En los últimos años se han paralizado las iniciativas de desarrollo de instituciones de la UE. Para avanzar más, los países del bloque tendrán que aceptar un grado de distribución del riesgo, lo que será posible solamente con más campañas y, posiblemente, referendos nacionales. Por ahora, la conveniencia política favorece el statu quo.

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