Taiwan President Tsai Ing-wen SAM YEH/AFP/Getty Images

Taiwán, una crisis en ciernes

NUEVA YORK – En 1979 sucedieron muchas cosas con consecuencias duraderas. Dos de ellas fueron la invasión soviética a Afganistán y la Revolución Islámica en Irán, que llevó al poder a un régimen decidido a recrear no sólo la sociedad iraní sino también gran parte de Medio Oriente.

Igual de importante fue la decisión de Estados Unidos de reconocer, a partir del 1 de enero de ese año, al gobierno de la República Popular China –administrada entonces como hoy por el Partido Comunista– como único gobierno legal de China. El cambio sentó las bases para un aumento del comercio y la inversión entre la mayor economía del mundo y su país más poblado, y permitió una mejor cooperación contra la Unión Soviética.

La diplomacia se basó en una compleja coreografía. En tres comunicados (de 1972, 1978 y 1982), Estados Unidos reconoció “la posición china de que sólo hay una China y de que Taiwán es parte de China”; y acordó rebajar sus vínculos con la isla al nivel de relaciones extraoficiales.

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