NUEVA YORK – Cada nueva tecnología viaja sobre una ola que va desde una situación de desmesurado entusiasmo público hacia su súbita caída en la desolación. Sin embargo, incluso si se juzga según los estándares habituales, la inteligencia artificial (IA) ha tenido una trayectoria turbulenta. ¿Es la IA una heroína renovadora de la sociedad o una villana que destruye puestos de trabajo? Como siempre, la verdad no es tan categórica.
En su calidad de tecnología de propósito general, la IA será lo que hagamos de ella, y su impacto final estará determinado por los marcos de gobernanza que construyamos. A medida que sube el volumen de las voces que hacen llamamientos a favor de nuevas políticas de IA, se presenta la oportunidad de moldear una infraestructura legal y regulatoria en formas que lleven a la maximización de los beneficios de la IA y se pueda poner límites a los posibles daños que ella pudiese causar.
Hasta hace poco, la gobernanza de la IA era, primordialmente, objeto de debate a nivel nacional. Sin embargo, la mayoría de las estrategias nacionales de inteligencia artificial, en especial las de China, se centran en obtener o mantener una ventaja competitiva a nivel mundial. Dichas estrategias son esencialmente planes de negocios diseñados con el objetivo de atraer inversiones e impulsar el crecimiento de la competitividad corporativa, por lo general con un énfasis adicional en la mejora de la seguridad nacional.
As in the 1970s, a severe economic shock has forced governments to pursue massive fiscal and monetary expansion, thereby sowing fears of future inflation. But not all shocks are the same, and the key question now is whether we can be confident that the current state of exception will end.
show that the brewing debate about the threat of unanchored expectations is falling into a familiar pattern.
President Joe Biden’s administration appears determined to separate America's relationship with the Kingdom from the relationship with Crown Prince Mohammed bin Salman. But this separation will likely prove impossible to sustain.
explains why the Biden administration has no choice but to maintain ties with Crown Prince Mohammed bin Salman.
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NUEVA YORK – Cada nueva tecnología viaja sobre una ola que va desde una situación de desmesurado entusiasmo público hacia su súbita caída en la desolación. Sin embargo, incluso si se juzga según los estándares habituales, la inteligencia artificial (IA) ha tenido una trayectoria turbulenta. ¿Es la IA una heroína renovadora de la sociedad o una villana que destruye puestos de trabajo? Como siempre, la verdad no es tan categórica.
En su calidad de tecnología de propósito general, la IA será lo que hagamos de ella, y su impacto final estará determinado por los marcos de gobernanza que construyamos. A medida que sube el volumen de las voces que hacen llamamientos a favor de nuevas políticas de IA, se presenta la oportunidad de moldear una infraestructura legal y regulatoria en formas que lleven a la maximización de los beneficios de la IA y se pueda poner límites a los posibles daños que ella pudiese causar.
Hasta hace poco, la gobernanza de la IA era, primordialmente, objeto de debate a nivel nacional. Sin embargo, la mayoría de las estrategias nacionales de inteligencia artificial, en especial las de China, se centran en obtener o mantener una ventaja competitiva a nivel mundial. Dichas estrategias son esencialmente planes de negocios diseñados con el objetivo de atraer inversiones e impulsar el crecimiento de la competitividad corporativa, por lo general con un énfasis adicional en la mejora de la seguridad nacional.
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