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Territorio por paz en Kosovo

BELGRADO - Perseguir sueños imposibles ha terminado por acorralar a Serbia y Kosovo en un punto muerto. Puede que sea imposible un retorno a los conflictos armados -al menos por ahora-, dada la presencia militar de la OTAN en Kosovo (aunque se reducirá a la mitad en los próximos meses, para acabar en sólo 5.000 soldados), pero la falta de esfuerzos por llegar a un compromiso duradero que permita superar la controversia sobre la independencia de Kosovo amenaza con socavar la mayor parte de los pasos dados en los Balcanes Occidentales hacia la estabilidad y la democracia.

Una resolución conjunta de la Unión Europea y Serbia en las Naciones Unidas, que crea un marco para el diálogo, permitió establecer negociaciones entre Serbia y Kosovo. Fue un triunfo para la jefe de política exterior de la UE, la Alta Representante Catherine Ashton, quien obtuvo el respaldo de los estados miembros de la UE (incluso de los cinco que no reconocen la independencia de Kosovo), los Estados Unidos, y Serbia y Kosovo.

La resolución refleja la cruda realidad que Serbia enfrenta hoy. Por mucho que Serbia siga considerando a Kosovo como una de sus provincias, países y entidades clave de la comunidad internacional han invertido demasiado capital financiero y político en Kosovo como para estar dispuestos a reabrir la cuestión de su estatuto político.

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