Los gigantes de Asía con nuevos dirigentes

BALI – Más de una tercera parte de la población mundial vive en sólo tres países: China, la India e Indonesia. Como los tres están experimentando importantes transiciones políticas, ya se trate de elegir a un nuevo dirigente o de experimentar las primeras decisiones decisivas de un dirigente recién instalado, este momento es decisivo para la configuración del futuro de la economía mundial. Si Narendra Modi y Joko “Jokowi” Widodo vencen en las próximas elecciones de la India y de Indonesia, respectivamente, se sumarán al Presidente de China, Xi Jinping, para impulsar el crecimiento económico regional, con lo que probablemente contribuyan a que el ascenso de Asia a la preeminencia económica mundial se produzca antes de lo que el mundo imaginó jamás.

En el año transcurrido desde que tomó posesión como Presidente de China, Xi ha logrado en grado notable estar en el centro del poder. No sólo se ha situado como Secretario General del Partido Comunista Chino y Presidente de la Comisión Militar Central, sino que, además, ha neutralizado a sus posibles rivales, incluido el ex jefe del Partido en Chongqing Bo Xilai y el ex jefe de seguridad Zhou Yongkang.

Consolidar el poder en un país tan grande y complicado como China resulta extraordinariamente difícil, por lo que el logro de Xi resulta como mínimo notable. Al fin y al cabo, el predecesor de Xi, Hu Jintao, tardó mucho más en lograr un grado similar de autoridad, pero se trata sólo de un primer paso. Ahora Xi está intentando utilizar su poder para sacar adelante las difíciles reformas que Hu y su Primer Ministro, Wen Jiabao, desatendieron, por lo que recibieron críticas generalizadas.

Pese a la presión para recuperar el tiempo perdido, Xi sabe que debe ser pragmático en sus medidas de reforma. En primer lugar, debe lograr un consenso nacional que permita superar los poderosos intereses creados que se oponen al cambio –incluidas la disolución de los monopolios, una mejor reglamentación del mercado, una mayor transparencia y una reforma tributaria– y brindar un terreno de juego igual para todos.

Si bien los dirigentes occidentales apoyan en general la estrategia de reformas orientadas al mercado de Xi, siguen perplejos ante su devoción por el PCCh. Para la mentalidad occidental, cualquier reformador de verdad eficaz debe ser un demócrata en su fuero interno, como el último Presidente de la Unión Soviética, Mijail Gorbachev.

Pero Xi no tiene intención de ser el último Presidente de la República Popular y el desplome de la Unión Soviética tras las reformas políticas de Gorbachev le hizo ver la importancia de equilibrar el cambio con la estabilidad. Para Xi, el atractivo del PCCh no radica tanto en su ideología como en su capacidad para contribuir a fortalecer la prosperidad de China. De hecho, los actuales dirigentes de China son nacionalistas modernizadores, no comunistas. Reconocen que el éxito de China a lo largo de los tres últimos decenios es una consecuencia directa de su cambio en pro de una economía más abierta y una sociedad más libre y continuará durante la presidencia de Xi.

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Es probable que otro nacionalista modernizador, Narendra Modi, llegue a ser el Primer Ministro de la India tras las elecciones que se han iniciado este mes. El planteamiento proempresarial de Modi es un tema importante de su campaña electoral y los indios de a pie abrigan la esperanza de que su programa de gobierno aumente su bienestar.

Como Primer Ministro de Gujarat, Modi procuró alentar la inversión extranjera, brindar suministro eléctrico 24 horas al día, construir carreteras y llevar a cabo una inteligente planificación urbana. El crecimiento económico anual en ese estado ascendió a más del 10 por ciento por término medio de 2006 a 2012, año en el que la ciudad gujarati de Ahmedabad fue seleccionada como candidata al Premio Mundial para Ciudades Lee Kuan Yew.

Pero la Historia es un quebradero de cabeza para la campaña de Modi: a saber, la muerte de más de 1.000 personas en los disturbios antimusulmanes habidos en Gujarat en 2002. Aunque el Tribunal Supremo lo exoneró de delito personal alguno, la herencia de la tragedia persiste, por lo que a Modi le resulta difícil conseguir votos de musulmanes sin enajenarse su base nacionalista hindú.

No por ello ha dejado Modi de arriesgarse políticamente, comenzando por su afirmación de que la India necesita retretes más que templos, pero su decisión de presentarse a la elección de Primer Ministro es, con mucha diferencia, la iniciativa más arriesgada, pues pondrá a prueba su atractivo a escala nacional.

Naturalmente, aun cuando Modi venza, la separación de poderes y la constitución democrática de la India nunca le permitirían consolidar el mismo grado de poder que Xi. En el mejor de los casos, encabezará un gobierno de coalición en el que su capacidad para lograr avenencias y conectar con aliados improbables dictará su éxito.

Si Jokowi, el Gobernador de Yacarta, vence en las elecciones presidenciales de Indonesia que se celebrarán en el próximo mes de julio, afrontará un imperativo similar, pues su Partido Democrático Indonesio de la Lucha no tendrá una mayoría en el Parlamento. Por fortuna, es un político muy hábil: popular, pero no populista, y con una tremenda capacidad de persuasión.

Esas cualidades permiten a Jokowi obtener resultados, ejemplicifados en su éxito al convencer a los habitantes de los suburbios de Yacarta para que abandonaran sus chabolas a fin de permitir el desarrollo urbano. Bajo su dirección, se han reactivado en esa ciudad proyectos de carreteras que habían estado bloqueados durante 16 años.

Como Xi y Modi, Jokowi está centrado principalmente en el desarrollo económico. A ese respecto, sus antecedentes como fabricante y exportador de muebles es un activo importante, pues le permite aportar un nivel de conocimientos y experiencia prácticos del que carecían los presidentes indonesios anteriores. Gracias a su sagacidad empresarial, Jokowi entiende que, para tener relaciones económicas con el mundo, Indonesia debe mejorar sus capacidades logísticas.

Tal vez más importante es que Xi, Modi y Jokowi sean pragmáticos. Saben que, para lograr un crecimiento económico y una modernización rápidos, lo que constituye una prioridad máxima para los tres, deben alcanzar avenencias con las fuerzas de oposición en sus países y adoptar los procedimientos óptimos del extranjero. Su deseo compartido de formar parte del mundo moderno indica que su dirección mejorará la vida de los ciudadanos de sus países y la mejora de la vida de una tercera parte de la población mundial nos beneficiará también a todos.

Traducido del inglés por Carlos Manzano.

https://prosyn.org/ZBBSIsges