ATLANTA – El líder norcoreano Kim Jong-un está ansioso por celebrar una segunda cumbre con el Presidente estadounidense Donald Trump. Desde su primer encuentro en Singapur el pasado junio, Kim ha superado en astucia una y otra vez a su contraparte. Puede que Trump se imagine como un negociador de primera, pero lo cierto es que Kim (como el Presidente ruso Vladimir Putin) ha logrado tener su número de teléfono.
La bonhomía de Kim (real o fingida) y sus promesas de desnuclearización han acallado las amenazas de Trump, acercado al gobierno de Corea del Sur y desgastado las sanciones internacionales contra su régimen. Kim ha logrado todo esto sin disminuir la capacidad nuclear del régimen y parece continuar el desarrollo de misiles balísticos en 16 sitios ocultos. Tras pasar de paria con armas nucleares a socio negociador de nivel presidencial, poco debe sorprender que desee una segunda cumbre para consolidar su nueva legitimidad internacional y ponerse en el primer plano global.
Kim ya ha superado a sus ancestros. Tanto su padre como su abuelo trataron y fracasaron en sus intentos de crear un canal de alto nivel al gobierno estadounidense. Así, la relación que Kim ha forjado con Trump es un logro histórico y personal. Tras seis años solitarios en el poder, el vástago de 35 años del régimen dinástico norcoreano ha hecho un notable debut en la escena mundial al manejar a un presidente errático y ególatra y fijar los términos de las negociaciones.
ATLANTA – El líder norcoreano Kim Jong-un está ansioso por celebrar una segunda cumbre con el Presidente estadounidense Donald Trump. Desde su primer encuentro en Singapur el pasado junio, Kim ha superado en astucia una y otra vez a su contraparte. Puede que Trump se imagine como un negociador de primera, pero lo cierto es que Kim (como el Presidente ruso Vladimir Putin) ha logrado tener su número de teléfono.
La bonhomía de Kim (real o fingida) y sus promesas de desnuclearización han acallado las amenazas de Trump, acercado al gobierno de Corea del Sur y desgastado las sanciones internacionales contra su régimen. Kim ha logrado todo esto sin disminuir la capacidad nuclear del régimen y parece continuar el desarrollo de misiles balísticos en 16 sitios ocultos. Tras pasar de paria con armas nucleares a socio negociador de nivel presidencial, poco debe sorprender que desee una segunda cumbre para consolidar su nueva legitimidad internacional y ponerse en el primer plano global.
Kim ya ha superado a sus ancestros. Tanto su padre como su abuelo trataron y fracasaron en sus intentos de crear un canal de alto nivel al gobierno estadounidense. Así, la relación que Kim ha forjado con Trump es un logro histórico y personal. Tras seis años solitarios en el poder, el vástago de 35 años del régimen dinástico norcoreano ha hecho un notable debut en la escena mundial al manejar a un presidente errático y ególatra y fijar los términos de las negociaciones.