La sombra persistente de la Gran Guerra

BERLÍN – Este año marca el centenario del estallido de la Primera Guerra Mundial, razón suficiente para reflexionar sobre qué nos enseña hoy esta catástrofe europea trascendental. De hecho, las consecuencias de la Gran Guerra para las relaciones internacionales y el sistema global de estados siguen sintiéndose al día de hoy. ¿Hemos aprendido algo de los fracasos en materia de políticas de los gobiernos, las instituciones y la diplomacia internacional que ocurrieron en el verano de 1914?

Grandes sectores del hemisferio norte siguen luchando contra los legados de los grandes imperios europeos -Habsburgo, ruso y otomano- que colapsaron luego de la Primera Guerra Mundial, o cuya decadencia, como la del imperio británico, se desató con la guerra y quedó sellada con su secuela aún más sangrienta una generación después. Las zonas de fractura resultantes -en los Balcanes y Oriente Medio, por ejemplo- son el origen de algunos de los riesgos más graves de hoy para la paz regional y hasta mundial.

Después del fin de la Guerra Fría y el colapso del sucesor soviético del imperio ruso, la guerra regresó a los Balcanes bajo condiciones muy similares a las que prevalecían en el período anterior a 1914, con un nacionalismo agresivo que terminó reconfigurando la Yugoslavia que se desintegraba en seis estados separados. Por supuesto, el presidente serbio Slobodan Milošević, cuyo llamado a una "Serbia Mayor" encendió la guerra, no estaba solo: por un momento, Europa corrió peligro de regresar a la confrontación de 1914; Francia y el Reino Unido respaldaban a Serbia, mientras que Alemania y Austria favorecían a Croacia.

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