Las ruedas del Japón giran sin avanzar

OSAKA – Perder a un Primer Ministro puede considerarse una desgracia; perder a dos en un año parece negligencia. Esa paráfrasis de Oscar Wilde resume adecuadamente el estado actual de la política japonesa, en vista de las dimisiones en serie de los primeros ministros Shinzo Abe y Yasuo Fukuda. El Japón tiene que cargar una vez más con un gobierno de trámite, mientras el Partido Demócrata Liberal (PDL) se esfuerza por lograr un nuevo dirigente cuando se acercan las elecciones para la Cámara Baja de la Dieta. La pregunta es: ¿a quién o a qué se ha debido la negligencia? ¿Al PDL? ¿A la Constitución? ¿A los votantes?

Durante los dos últimos años, la coalición gobernante PDL-Partido Komei ha monopolizado la poderosa Cámara Baja con una mayoría de dos tercios. Durante un año, la oposición del Partido Democrático del Japón (PDJ) y otros minipartidos ha controlado la Cámara Alta, que puede vetar la legislación. El resultado inevitable ha sido una inestabilidad y un estancamiento políticos. El problema es que otras elecciones no van a resolver ese embrollo político, sino que probable y simplemente afiancen la parálisis. El sistema político del Japón requiere el mismo tipo de reforma estructural que su economía necesita desde hace mucho y, como ocurre con la economía, sus políticos no parecen dispuestos a hacer algo tan audaz.

El PDL y el PDJ están debatiendo ahora sobre cómo afrontar una inflación en aumento en un momento de descenso del nivel de vida y de una polarización económica de la sociedad cada vez mayor, herencia, esta última, de las reformas de mercado aplicadas por el Primer Ministro Junichiro Koizumi en el período 2001-2005. El debate está centrado en si aumentar el impuesto al consumo para sostener el sistema de seguridad social del país, muy castigado. Sólo  a veces se cuela hasta el centro de los debates políticos la cuestión de la reforma gubernamental y administrativa.

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