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Los temblores políticos del Japón

NUEVA YORK - En raras ocasiones -de hecho, tal vez no desde la Segunda Guerra Mundial- los japoneses han tenido tanta buena prensa en el extranjero. Hasta los periódicos de Corea del Sur han abundando en palabras de elogio por la autodisciplina de los japoneses comunes y corrientes en circunstancias extremas. Y, viniendo de los coreanos, por lo general no grandes fanáticos de Japón, eso no es poca cosa.

Sin embargo, cuando se trata de los funcionarios japoneses las cosas son un poco diferentes. Ha habido muchas quejas de los observadores extranjeros, los equipos de ayuda, los periodistas y los portavoces del gobierno por la falta de claridad, por no hablar de fiabilidad, de las declaraciones oficiales japonesas sobre los diversos desastres acaecidos tras el intenso terremoto que sacudió el noreste de Japón el 11 de marzo. Dio la impresión de que se intentó ignorar, ocultar o minimizar deliberadamente problemas de enorme gravedad.

Peor aún, pocas personas tenían alguna idea de quién era responsable de qué. A veces parecía como si los funcionarios de la Tokyo Electric Power Company (TEPCO), empresa propietaria de las centrales nucleares que están sufriendo fugas radiactivas por tierra, mar y cielo, estuviesen ocultando información al gobierno japonés mismo. En un momento dado, el primer ministro Naoto Kan tuvo que preguntar a los ejecutivos de TEPCO , "¿Qué diablos está pasando?" Si Kan no lo sabía, ¿cómo podría saberlo alguien más? De hecho, los poderosos burócratas del Japón, de los que por lo general se supone que saben lo que están haciendo, parecían estar tan a ciegas como un político recién electo.

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