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El segundo acto del TPP

CLAREMONT –Cuando el presidente estadounidense Donald Trump retiró a Estados Unidos del Acuerdo Estratégico Transpacífico de Asociación Económica (TPP) el pasado mes de enero, muchos observadores vieron esa decisión como una bendición para China. Si esto es cierto, puede que la misma no dure. 

La sabiduría popular se basa en simple lógica económica y geopolítica. China se ha convertido en el socio comercial más importante de cualquier otro país asiático, ganando inexorablemente apalancamiento estratégico como resultado de ello. A medida que los vecinos de China se tornan cada vez más dependientes del mercado chino, la lógica sugiere que la influencia de Estados Unidos en la región disminuirá gradualmente.

La administración del ex presidente de Estados Unidos, Barack Obama, comprendió las consecuencias geopolíticas de gran alcance del dominio económico de China en Asia Oriental. Obama y sus asesores tenían esperanzas de que al crear el TPP, un nuevo bloque comercial centrado en Estados Unidos, se fuese a oponer a la influencia de China y fuese a preserve la primacía militar y económica de Estados Unidos en la región más dinámica del mundo.

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